Diario de viaje - Imperio Inca
28 diciembre 2012 - Perú
Esta mañana desayunamos muy bien, la verdad es que en el hotel nos han
dado buena comida, aunque el hotel es clase media, no sabría decir cuántas
estrellas.
Hotel San Agustin Exclusive
Generalmente, en nuestros viajes, usamos hoteles bonitos, nosotros
consideramos que el hospedaje seleccionado forma parte importante de la
experiencia en una ciudad. Digamos que este hotel no aporta al viaje; pero
tampoco le resta, simplemente esta "ok".
Salimos a las 8:00 am hacia Pachacamac, esperando llegar en una hora;
pero el tránsito estaba bonito y llegamos antes, aprovechamos para una charla
de lo que este maravilloso lugar muestra.
Pachacamac es uno de los sitios arqueológicos más grandes e importantes
del Perú, y en su época fue la huaca (oráculo) más consultada del mundo andino,
dejando una profunda huella que llega hasta nuestros días.
Vimos el templo del Sol y el de la Luna, así como innumerables ruinas
maravillosas que empiezan a enamorarme de Perú.
Al ser las 11:00 de la mañana seguimos nuestro viaje, dejando atrás lo
que es Lima Metropolitana en busca de Ica.
Ahora sí estoy disfrutando un poco más el Perú. Al llegar ayer me
pareció ver mucha pobreza, y sí; pero ahora puedo ver mucho más que eso, sus
grandes contrastes, parte de su historia que no solo es de antes de Jesucristo,
sino que viene desde hace más de 10 mil años.
Una historia actual que cuenta un poco lo que fue en los tiempos de los
Incas; pero que también habla de lo que era cuando los Incas no habían llegado,
o nacido, o aparecido.
En este momento al ser las 12:30 medio día vamos viajando por la
carretera. Una "autopista" de un nivel parecido a "nuestra"
ruta 27 o Autopistas del Sol; pero con la gran diferencia del paisaje, nada es
verde.
Trataré de explicar lo que se puede ver por las ventanas del bus.
Imaginate que vas para Jaco y ya pasaste Orotina. Al rato lo que vas a ver, de
manera intermitente, es el océano Pacífico a tu derecha, y a tu izquierda ves
verdes montañas que te acompañan todo el camino. Todavía en esta parte de tu
recorrido no ves el mar siempre, a ratos ves vegetación y cerros mientras
vuelve a aparecer el agua a tu derecha.
De acuerdo, eso es lo que estoy viviendo yo en esta carretera. A ratos
veo ese mismo océano, aunque sea como a 20 grados más al sur. Cuando desaparece
y mientras se vuelve a mostrar se ven algunos cerros y espacio desocupados. A
mi izquierda se ven cerros, cerritos y cerrotes casi todo el tiempo.
Ah!, y entonces cuál es la diferencia entre lo que vos verías si fueras
a Jaco y lo que yo estoy viendo ahora en mi recorrido?, muy sencillo, no estoy
viendo vegetación. Los cerros de la izquierda son enormes montañas áridas
acompañadas de muchas dunas. Un paisaje que podría ser una pesadilla para
cualquier agricultor costarricense; no así para los peruanos que fabrican
ladrillos o para mi, en calidad de turista, que estoy disfrutando las vistas.
Y a la derecha, también con dunas de arena y cerros color café, café con
leche para ser exactos, que llegan hasta la playa en donde se estrellarán las
olas del Océano Pacífico; mismo que en esta parte es frío por la corriente de
Humboldt.
Es un paisaje impresionante. Si nos vamos un poco para atrás en tu
recorrido al pacífico central, recordarás que hay zona de derrumbes en la ruta
27, que es más o menos en las partes que pasás entre dos montañas muy juntas;
aquí igual, se pasa algunas veces entre dos cerros grandes, o bien una montaña
partida; pero sin riesgo de derrumbes por estar en el mero mero desierto
peruano.
Ahora hemos dejado atrás, tal vez momentáneamente, las dunas y montañas
áridas; ahora estamos en una impresionante planicie, a mi derecha, y luego de
unos cientos de metros, se ven las aguas del mar; pero no se ven las olas, tal
vez están abajo; y a mi izquierda una planicie, hasta donde la vista alcanza.
A la una de la tarde pasamos por Chincha, un pueblo muy grande en
nuestro camino. Árido y feo, no sé si pobre o rural. En algún tiempo era, en su
totalidad, el pueblo donde vivían los descendientes de los esclavos que
trajeron de África.
Si repito algo me disculpan, no tengo mucho tiempo para revisar lo ya
escrito.
Luego de nuestro paso por chincha llegamos a Pisco, un pueblito muy feo,
árido y seguramente pobre también. Es un puerto, no muy seguro aunque tienen 0%
de desempleo.
Almorzamos en un restaurante llamado As de Oro, la comida estuvo
espectacular: arroz con mariscos, ceviche, causa, vegetales, camote, maíz, etc.
Una delicia!. Y aunque ofrecían Pisco, sigo sin tomarlo aquí.
Seguimos de ahí, abandonando la panamericana y bordeando un rato la
costa hasta llegar a una procesadora de pisco para una degustación. Aquí sí, ya
me tomé mis primeros seis tragos, y aunque no está mal no creo que tome más, y
mucho menos sabiendo que tiene 42% de alcohol, es un "pichazo" que no
le quiero meter a este lindo organismo.
En el valle de Pisco habitó un grupo humano hace más de dos mil años,
destacado por su cerámica y que, en la época del Imperio inca, se caracterizó
por sus notables productos alfareros, denominados piskos.
Desde aquella época, uno de estos productos de alfarería eran los
recipientes o ánforas, que servían para almacenar bebidas de toda naturaleza,
incluyendo aquellas alcohólicas. A estos recipientes se les llamó piskos.
De esa forma, el primer aguardiente de uva que se produjo en el Perú se
almacenó en piskos y, con el pasar del tiempo, este líquido alcohólico adquirió
el nombre de su envase.
Un rato ahí y seguimos hacia Huacachina, todavía en el departamento de
Ica, luego de dejar Lima Metropolitana, y dentro del Gran Desierto de Atacama. Qué
maravilla de paisaje!.
Supongo que para ver algo de este tipo tendríamos que ir muy lejos. Solo
si es un desierto de verdad, hasta donde la vista alcance y de arena suave y
ligera, muy diferente a los desiertos que conozco en Estados Unidos.
Ya para este entonces eran cerca de las cinco de la tarde. El plan era
llegar al hotel y luego salir a recorrer las dunas; pero decidimos hacerlo al
revés, antes de "la caída" del sol. Llegamos a donde estaban los
buggies (nadie sabe cómo se escribe y yo decidí ponerlo así).
Nos pusimos los cinturones de seguridad de tres puntos, dos arriba y
otro entre las piernas, nos entregaron anteojos de protección y salimos hacia
las dunas que empezaban justo a 100 metros, frente al hotel.
Qué maravilla empezar a subir y conducir por esas masas impresionantes
de arena suave y floja color dorado mate.
Nuestro chofer, muy experimentado, corría entre una y otra, hasta que en
muy poco tiempo dejamos de ver civilización y la arena estaba por cualquier
lugar al que volviéramos a ver.
Nos detuvimos en una muy alta para tomar fotografías y jugar con la
arena; pero nos fuimos rápidamente en busca del sol para ver el atardecer en el
horizonte. Las vistas fueron espectaculares, espero que las fotos sean
igualmente buenas, aunque lo dudo.
Lo dudo porque por el tipo de arena fina nos recomendaron no llevar
cámaras fotográficas, o incluso relojes, porque se dañan. No llevamos la cámara
grande; pero esperamos que las chiquititas se la hayan jugado.
Poco más de una hora estuvimos entre cientos de dunas, en carros,
jugando y corriendo, hasta que llegó la noche, y nuestro experimentado chofer
nos trajo a salvo al hotel.
Nos registramos, bañamos, lavamos ropa y cenamos. La cena estuvo ok-
(poco menos que ok). El hotel regular tirando a bajo; pero ni modo, es el mejor
de la zona.
Ica es una ciudad del centro sur del Perú, capital del Departamento de
Ica, situada en el estrecho valle que forma el río Ica, entre el Gran Tablazo
de Ica y las laderas occidentales de la Cordillera de los Andes.
La laguna de Huacachina, es un oasis ubicado a cinco kilómetros al oeste
de la ciudad de Ica, en el Perú; se presenta como un verdadero oasis natural en
medio de las blancas arenas del desierto. De aguas color verde esmeralda,
surgió debido al afloramiento de corrientes subterráneas y alrededor de ella ha
aparecido una abundante vegetación compuesta de palmeras, eucaliptos y los
típicos huarangos, que sirven para el descanso de las aves migratorias que
pasan por esta región.
PLANES PARA MAÑANA:
Nazca, Ica. Manteniéndonos en el gran desierto de Atacama.
Luego del desayuno tomaremos un tour a Nazca, a 145 kms de distancia,
dos horas de viaje. Ahí sobrevolaremos en avioneta las milenarias Líneas de
Nazca, Patrimonio Mundial. Una enigmática y árida planicie donde el sol quema
sin clemencia y los vientos azotan con furia. Las rayas y figuras –geoglifos-,
de hasta 300 m de longitud y 30 cm de profundidad, son visibles sólo desde el
aire. Destacan el colibrí, el pelícano, el mono, la araña, la ballena, las
manos, la lagartija y el astronauta. Descubiertas por Paul Kosok en 1939). Ahí
tendremos nuestro almuerzo y cena.
Vale la pena anotar que la primera referencia a dichas figuras pertenece
al conquistador Pedro Cieza de León en 1547. Esto no sería un dato interesante
si no supiéramos que el primer hombre en llegar a la luna lo hizo en 1969, 422
años después de la primera vez que se habló de esta zona y de estos trabajos,
en donde aparecen líneas que conforman un astronauta.
¿Cómo putas lo lograron?, no tengo ni idea. Y aprovecho el momento para
decir que, incluso, no creo que los gringos lograran llegar a la luna, me
parece un "cuentito" muy armado. ¿Cómo es posible que llegaran en ese
año, y hoy 43 años después, no han podido volver?. En fin, ellos verán; pero no
"me la trago".
Sin embargo los nativos de aquí no suponen presencia extraterrestre,
sino que tienen una mejor teoría que es con la que yo más comulgo; pero se las
cuento después porque tengo que madrugar mañana.
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