"Grandes poladas"

"Grandes poladas"
Vinicio Jarquín C., 03/12/2014

Muchos han escrito en Facebook de las cosas o situaciones que les resultan polas o poladas; yo incluso debo haberlo hecho en algunos momentos.

Recientemente, hablando con un cliente, me contaba que sus empleados le decían: "¿Cómo estás don Rodrigo?", lo que le resultaba polísimo, y a mi también, que hablaran de vos usando el "don".

Yo le decía que muchas veces esas personas que llamamos "polas" son como de otra dimensión o de otro mundo, y que aunque tratemos de explicarles, siempre caen en lo mismo.

Personas que nosotros criticamos, algunas veces, no sólo por su forma de hablar, sino por su comportamiento, vestimenta, costumbres, estilo de vacacionar, etc.; y luego mientras manejaba de regreso a la oficina me puse a pensar un poco en las ventajas que tengo de no ser polo y estar libre de eso; pero, ¿De verdad no soy polo?

Creo que no lo soy dentro de mi grupo de amigos y conocidos, así como ellos tampoco lo son dentro de su grupo; pero ¿que pasaría si en alguna de mis visitas a Washington me invitaran a cenar a la casa blanca, o en Londres a tomar el té con la Reina, o una recepción con la familia real danesa?

En ese caso, en el que no sabría como vestirme o comportarme, sería un polo. No sé a quién saludar primero, ni como hacerlo, como sentarme o cuándo no hacerlo; no tengo idea de como hablar de manera diplomática o con gente de "sangre azul".

Así que, he llegado a la conclusión de que en determinadas situaciones casi todos podemos ser polos (o zonchos) dependiendo de con quien estemos o dónde estemos.

Recordemos el cuento de El Patito Feo, que no encajaba dentro del grupo de patos; pero era un cisne precioso.

Así que, la próxima vez que tenga que decir que alguien es polo, lo pensaré con más cuidado; aunque seguramente terminaré diciendo: "para mi, es un polazo". Punto.

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