No lo van a creer

No lo van a creer, Vinny

Hoy tuve que ir a Esparza para visitar a un cliente, mi mamá entonces me dijo que tenía un primo que vivía allá y que desde hace mucho tiempo no lo ve, que lo buscara.

Por supuesto que no estaba en mis planes salir de la reunión y preguntar por aquí y por allá, a 32 grados centígrados, si alguien conocía al tal fulano.

Pero por una madre se hace cualquier cosa, lo hice. El vendedor de lotería sabía perfectamente donde vivía; me dio la dirección y terminé encontrando la casa. No hace falta decirles donde almorcé; nos tomamos fotografías y me contó muchas historias divertidas e interesantes de su familia y de sus abuelos, que eran mis bisabuelos.

Llegué cerca de las 12:30, pero no estaba. Me identifiqué con su esposa, me dejó entrar y nos sentamos en el comedor como 15 minutos mientras él llegaba. No habían pasado más de 5 minutos cuando ella me preguntó: -Y usted, ¿Casado, con hijos y todo? Mi respuesta, negando a Luis Fer y a Kika como lo hizo Pedro, dije: -No, soltero y sin hijos.

Ella siguió diciendo: -¡Ah!, vamos a tener que buscarle una esposa. O un esposo, ¿Qué prefiere? Eso fue un bombazo; me sentí como si tuviera 23 minutos de haber salido del closet, o como si tuviera 17 años de edad; solo se me ocurrió decir: -Diay, lo que aparezca primero. Entonces continuó hablando de la familia de ella, que no tiene nada que ver conmigo, y diciéndome que en estos tiempos eso es muy normal, que ella tiene un sobrino homosexual y una sobrina lesbiana.

Yo sé que a mi el caminado me delata; pero no había sido para tanto. Casi no me había visto y solo habían pasado unos pocos minutos, o era la más grande de las casualidades, o algún chismoso de mis 1200 amigos íntimos de Facebook me había delatado.

En fin, “el primo” llegó y hablamos cerca de una hora. Temas venían y temas iban, hasta que por desgracia a él se le ocurrió preguntar: -¿y usted es católico? Claro que mi respuesta muy normal y natural fue: -no. ¡La cagué!

Esta pareja de adultos mayores de más de 72 años, se volvieron a ver y luego los dos me miraron en silencio. Podría jurar que hasta se les fue la respiración por unos segundos. La siguiente pregunta fue: -¿Y qué dice su mamá? Respondí, ya un poco más tímidamente: -ella también. Les juró que el ambiente se podía cortar con cuchillo.

Durante un rato la conversación fluyó más suavemente y luego retomaron las fuerzas para empezar con la retahíla en contra de los protestantes y como se han alejado de Jesucristo. Casi me obligaron a sentarme dos horas en la sala a leer el libro de Lutero; pero logré zafarme de eso a duras penas.

Para no cansarlos con el cuento, tengo que decirles que en esa casa es mejor ser playo que pandereta, y que antes de jamarme el gallito tuve que rezar con ellos un rosario.

Mi mamá me va a pagar esto a un alto precio.

Vinny





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