Diario de viaje - Imperio Inca


30 de diciembre 2012 – Perú

Hemos salido de de Huacachina al ser las 7:00 con rumbo a Lima.

Al ser las 10:00 pasamos a Paracas para hacer un tour maravilloso por la península. Llegamos al puerto y nos subimos a una lancha, bastante rápida, que nos llevó por la bahía, en donde pudimos ver el candelabro antiquísimo que está grabado en la montaña.

Luego seguimos mar adentro en busca de las islas Ballestas; impresionante. Pudimos ver varias especies de aves que ayudan a cubrir las islas de guano, que sacan cada siete años para abono y exportación.

Pudimos ver piqueros peruanos, aunque no de patas azules como vimos alguna vez en Ecuador, estos son de patas grises. Además vimos pingüinos y lobos marinos. Una gran experiencia porque las islas, como tales, son maravillosas; con cavernas, entradas de agua y grandes trozos separados que te ayudan a darte una idea agradable y un paisaje maravilloso.

Caminamos por el pueblo un rato, para comprar algunos chunches y continuamos nuestro camino a Lima.

Al llegar a la capital fuimos a comprar pastillas que nos ayuden contra el Soroche de los Andes, que suele dar por la altura de las montañas y la falta de oxígeno.

Tenemos que estar de pie a las 4am, nos recogen a las 5:45 para tomar el vuelo y al llegar allá tenemos que permanecer en cama por dos horas, para minimizar estos efectos. Supongo que luego andaremos por ahí y nos organizamos para la noche de Año Viejo.

Fuimos al Mall, hicimos algunas compras y repuse los zapatos que se despegaron por la arena.

El tour esta súper bien organizado. Dejamos maletas en Lima cuando fuimos a Huacachina, para no llevar todo; y esta mañana volvimos a dejar maletas en Lima para venir a Cusco sin todo.

Cenamos comida argentina en el Mall, que es un centro comercial curioso, con todas tiendas "pegadas" a la montaña, todas con vista al mar. Pudimos ver un atardecer precioso.

PLANES PARA MAÑANA:
Luego del desayuno volaremos desde Lima hasta Cusco; y al llegar nos iremos directo a reposar en cama (obligatorio por dos horas), para adaptarnos a la altura de 3.445 metros sobre el nivel del mar, un poco más bajo que el Cerro Chirripó, en donde de todos modos no he estado; como la altura del Volcán Irazú; como unos mil y pico metros más alto que el Paso Pordoi en Los Alpes, en Italia, en donde estuvimos el año pasado, y sé que la altura llega a sentirse. Como diría mi mamá: empieza como una sensación de "gallina con liga" y luego te sentís como si estuvieras en tres cilindros.

Francamente no sé lo que se sentirá a esta altura, así como tampoco sé lo que siente la gallina con una liga en las alas; pero sé cómo me sentí los primeros días en Bogotá (2,640 msnm) hace un par de años. Espero que algún local se compadezca de mí y me regale un té de Coca, y ahí es donde empieza la fiesta. En caso de que mis dedos respondan en el iPad, les narraré lo sucedido, en caso contrario me comunicaré una vez que pase la "cagona", salud!

El problema de la altura no es la altura como tal; sino que estaremos a nivel del mar y al alcanzaremos esta nueva altitud en solo 45 minutos de vuelo, sin darle mucho tiempo a nuestro organismo para que se adapte.

Para seguir utilizando la metáfora de la gallina, seguramente cuando alguien me pregunte como me siento luego del té de Coca, tendré que decirles que "como el pollito", que no siento nada, no siento las patitas, no siento el piquito...

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