"Magia en un chante español"

"Magia en un chante español"
Vinicio Jarquin, 3 de noviembre de 2013

Nos fuimos a conocer un restaurancito español en Alajuela, que como dice la publicidad tica graciosa: "atendido por su propietario"; y encontramos magia y unos deliciosos toques de -borrachera-, en "El rincón del chef Johan Steve".

Cuatro personas son los que trabajan ahí; el chef español de Valencia, su esposa que atiende las mesas, su hija que lo ayuda en la cocina y una muchacha más que supongo ayuda en un poco de todo.

El lugar es pequeño, muy pequeño; muy moderno decorado y acogedor. Ambos pedimos carne en salsa "glase" con romero y sal marina; la mía acompañada de papas y la de Luisfer con vegetales salteados al brandy.

Los platos estaban deliciosos, tanto las carnes como los acompañamientos; pero antes de eso nos trajeron mi copa de sangría y la copa de vino Rioja tempranillo que Luisfer quería; también muy buenos; tanto la primera como la segunda copa, y mi tercera copa que era Rioja y que me bajó los párpados.

Antes de servir el plato principal nos trajeron mantequilla de aceite y ajo, luego ceviche mediterráneo, al mejor estilo de un chef valenciano, como cortesía; además de unos montaditos de jamón serrano. 

Luego del almuerzo nos trajeron una copa más de cortesía junto con un plato de quesos manchego y varillitas de harina. 

Un encanto la sonrisa de la señora y nos gustó que el chef vino varias veces a nuestra mesa, con sus correspondientes copas de vino tinto, al punto que durante un rato ambos estuvieron sentados con nosotros y hasta los invitamos para que llegaran a cenar a nuestra casa.

Luego vino el postre, pie de pecanas con dulce de chiverre, el mío bañado de miel de abeja, y el de Luisfer acompañado de una copa de Oporto. Era casi imposible poder describir el sabor de ese plato. Era una fusión entre la globalización gringa con frutos brasileños y el sabor de infancia del chiverre y la miel, toda una obra de arte.

Ha sido una muy grata experiencia, un momento único que ojalá podamos repetir.

Es un lugar pequeño y familiar; con una cocina diminuta que no pudimos dejar de comentar. Dice el chef que cuando sus colegas ticos vienen a comer y ven lo que él puede hacer en ese resumido espacio, le dicen: "uy mae!, en ese espacio yo no me la juego, ¡está solo!", ja ja, ha de ser cierto; y suena divertido escuchar esa frase con acento español.

Valió la pena, eso y la siesta de dos horas que tuvimos que hacer.

¿Los precios?, bastante cómodos.

Saludos.

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