Mi niño interior (¿O exterior?)
Vinicio
Jarquín
Alguien
decía esta noche que tantos años de preparación y nadie nos enseña a
convertirnos en adultos.
Eso me puso
a pensar, primero porque es cierto, y además porque la verdad no sé cuáles son
los alcances de la madurez o de llegar a ser adultos.
Si el tema
es las responsabilidades que vienen con la edad, todas solo son más intensas y
de riesgo que aquellas que tuvimos cuando éramos niños. Siento que no cambia
mucho que cuando teníamos que estar pendientes de la comida del pez y de la
tortuga, y hoy tenemos que estarlo por nuestro sustento y el de los que de
nosotros dependen; aunque claro que debe haber muchas otras responsabilidades
que tal vez no esté reflejadas en las que tuvimos en la infancia.
Entonces el
tema de la responsabilidad debería ser tratado en un capítulo aparte, por lo
pronto quiero hablar de cómo comportarnos como adultos, dejando de lado ese
tema de las obligaciones. Los niños juegan mientras viven y los “grandes”
dejamos de hacer esas prácticas para poder vivir la vida, pero ¿realmente la
estamos viviendo si dejamos de lado los juegos?, no lo sé, pero no quiero
probarlo.
Mi vida es
un juego, como lo he dicho varias veces en mis escritos, en mi blog y en mi
YouTube, así como lo he demostrado en mi canal en vivo en Latinoamérica por
Periscope, debemos jugar a todo y en todo momento.
No quiere
decir que no le demos a las cosas la importancia que merece, sino que cada cosa
que hagamos nos divierta y nos haga sentir que hemos ganado el juego, aunque en
el verdadero juego de la vida podemos ganar sin que alguien más pierda, todos
podemos ser victoriosos simultáneamente.
Cuando estoy
sentado frente al computador escribiendo alguno de mis libros, estoy jugando;
igual que cuando estoy pintando acuarelas, aunque sea una muy difícil, o cuando
estoy en reuniones con cliente, e incluso cuando estoy analizando un proyecto
con los muchachos que me ayudan en la empresa. La vida es un juego y no solo
hay que vivirla, sino jugarla.
Nada malo
sucede si jugamos, y no trae consecuencias si lo hacemos con responsabilidad de
cumplimiento y con responsabilidad social, y si lo hacemos así estaremos más
permeables para que alguien nos de un abrazo maternal en caso de que cometamos
un error que nos lastime.
En fin, ya
jugué suficientes líneas, buenas noches mundo.
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