¿De dónde viene mi inspiración?

“¿De dónde viene mi inspiración?”


Vinicio Jarquín C.
30 de marzo de 2017


Algo estaba pasando en mi interior, desapareció la inspiración que durante décadas no me había dejado; se sentía en blanco, mis manos no se movían y la imaginación no dictaba qué poner.

De pronto recordé palabras que mi hermano alguna vez dijo, tal vez todas ellas sin sentido y con cierta dificultad para hilarlas como hubiera querido. Me quité los zapatos y anteojos, me senté frente al teclado, alejé la copa de vino unos centímetros, apagué las luces y cerré sus ojos. Mi inconsciente se transportó al campo; a aquel lugar que siempre le había creado las mejores sensaciones.

Era el atardecer en la casa de un sabio llamado Jalóm, y junto al lago que el anfitrión había construido alguna vez. Era el gran refugio al que podía llegar a esconderme, encontrar la paz y la comprensión, y estar en total comunicación conmigo mismo y con algo superior. Definitivamente era el santuario diseñado en mi “Insight”, a donde esta vez había viajado por ayuda.

El dueño de la cabaña extendió sus enormes manos para tomar las mías, arqueó sus tupidas cejas árabes, mientras sus hermosos ojos azul profundo se iluminaban para dar brillo a esa piel olivo, como si fuera descendiente de marroquíes, y dijo:

-¡Bienvenido!, aquí estás seguro; mientras el escritor solo pudo pronunciar tres palabras:
-¡Señor!, heme aquí.

Llegó el momento preciso. Puse mis dedos ordenados en las teclas correspondientes, descansé mi cabeza sobre la madera natural del escritorio que durante años me había acompañado, y que antes de eso había sido el lugar en donde mi padre había “gobernado” con poder.

El silencio de la habitación se vio afectado cuando las teclas empezaron a golpear; primero lentamente, para luego acelerar. Era como experimentar el sonido y la velocidad al viajar en avión. Indudablemente era como estar siendo testigo del escándalo que causa la inspiración del escritor. La musa se había despertado, se había puesto de pie, y estaba lista para entrar en acción.

Mi mente parecía colapsar mientras creaba un caos de ideas que necesitaban salir corriendo, y así dejar evidencia de lo pensado y lo anotado. Nuevos conceptos y frases nunca antes dichas se iban tomando de las manos, para dar sentido a lo que algún día llegaría a estar en el papel.

Los renglones se llenaban con una historia que cobraba sentido y que probablemente, como muchas veces sucede, llegaría a salvar el mundo, en el intento por ser la chispa que ayudará a que muchos se enciendan para brillar por ellos mismos y a favor de otros.

Los conceptos se estaban “amarrando”. Las ideas volaban como algún día llegarían a hacerlo las hojas que pronto mancharía con color. Pensamientos llenos de amor estaban siendo estampados, quizá para siempre. Ahora quedaba evidencia de lo que siento y pienso de la humanidad. Las cosas han sido dichas, y muchos sabrán cómo vivo y cómo quiero vivir.

Algunos tratarán de ponerse en mis zapatos a la hora de escribir, pero tal vez serán pocos los escogidos para lograrlo o los que puedan seguir hasta el final del camino; pero serán muchos los que lleguen a leer las líneas creadas el día de hoy. Un nuevo documento se ha terminado. Existe ahora un “manuscrito” para ser disfrutado. Una guía de vida pronto será mostrada, y servirá para viajar por el mundo real, o el de la imaginación.

Muy pronto, de la manera como algunas veces me pongo el en traje de acuarelista y lanzo pigmento en papel de algodón, así mismo lo haré con tinta negra, para dejar prueba de mi paso por esta vida y para dejar evidencia de mi arte en diferentes disciplinas. Servirá para dejar huella, y quizá para ser digno del epitafio que quisiera tener.

Nadie sabe qué me mueve a escribir. Tal vez la inspiración estaba guardada en mi interior desde tiempos inmemoriales o desde la programación inicial mucho antes de venir al mundo; pero también puede ser resultado de las experiencias de la vida. Tal vez lo hago motivado por el cariño y el amor; y tal vez por la tranquilidad que obtengo cuando dejo mi consciente y paso a un estado alterado. Aunque es probable que sean todas las anteriores juntas.

Continuaba reposando sobre la madera con la escasa luz que daba el monitor, mientras escuchaba en mi cabeza la instrucción de algo que iba más allá de mi capacidad. Palabras en segundo plano que me alentaban a seguir, que me ordenaban no detenerme, que me hacían porras para convencerme de terminar el documento, hasta que completara la última idea a desarrollar. Frases impactantes que llegaban como lanzas al inconsciente y me programaban, quizá para siempre.

¡Lo logré! Mis dedos continuaban corriendo sobre las teclas como quien lucha por sobrevivir, o como aquel que necesita dejar todo anotado antes de morir. Y de pronto se detuvieron. Un silencio volvió a ser el dueño del lugar. El viento no soplaba mientras seguía estando en la casa del viejo de barba color gris y cabello en colochos plateados. Mi amigo tenía la apariencia del perfecto líder de cualquier parte y de todo lado.

Estaba junto a cientos de libros escritos en este y otros siglos, estibados sobre mesas de madera y al lado de una tetera humeante.

Agradecí al anfitrión por haberme recibido y por haberme amado desde mucho tiempo antes de mi nacimiento. Nos abrazamos y acariciamos nuestros rostros, y nos despedimos con la más linda de las sonrisas. Abrí mis ojos para estar nuevamente en nuestro tiempo y espacio.

Revisé el documento, lo imprimí, lo firmé, y lo dejé para ser leído por las presentes y futuras generaciones. El mundo nunca volverá a ser igual, había sido escrito “El centro de los sueños”.





FIN

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