Vinny en la escuela - II

Parte II - "Llegando a la escuela"

A las seis de la mañana sonó el despertador que retumbaba en mis oídos. Me sentía un poco cansado sin saber cuanto llegué a dormir por estar ansioso. Era como la noche de Navidad, siempre esperando que llegue El Niño con los regalos.

Me bañé rápidamente, no soy amante del agua y tampoco pasaría horas ahí, aunque estaba bien calientita. Baje a desayunar y me encontré a Mima (mi mamá) haciendo desayuno para ella y para mi. Por supuesto y como siempre, estaba feliz y llena de vigor. Seguramente para ella también era un día importante, y juntos caminaríamos en la escuela para encontrar mi clase y ver que todo quede en orden. Norman estaba dormido porque hoy no tenía kinder, y papá se levantará tarde.

Finalmente llegamos a la escuela. Toda está construida en dos pisos, en un terreno muy grande. Cada piso tenía cuatro corredores que formaban un cuadrado, encerrando un patio central. También estaban las oficinas administrativas, el comedor, la clase de inglés, la de Artes Plásticas y la de música junto al auditorio, y por supuesto baños en todos los pisos, con rótulos que indicaban si eran para hombres o para mujeres. Toda la construcción estilo Art Deco, pintada en tonos de amarillo, sin jardines, y una única puerta que servía de entrada y de salida, resguardada en todo momento por una mujer gruesa que todos llamaban “la conserje”, y que luego supe que respondería al nombre de Mayela.

Fuimos a la Dirección para ver en cuál de los quintos me tocaría, y después caminamos despacio hasta la clase. Mima parecía ir tranquilamente aunque supongo que estaba un poco estresada por dejarme ahí. Tal vez como lo estaría cualquier mamá, pero particularmente por separarse de mi, que soy de sus hijos el que más la sigue todo el día, tratando de “organizar su vida”, diciéndole qué hacer y cómo hacerlo, y procurando llevar su agenda de actividades y mandados en el tiempo de vacaciones. Supongo que además estaría pensando qué tiene que hacer después de dejarme y antes de pasar por mi a la salida, y aunque no lo dijo y tal vez tampoco lo pensaba conscientemente, debe darle un poco de miedo por el comportamiento que podrían tener otros niños, al notarme diferente a ellos. Aunque nunca se sabe qué tan diferente podría ser, o qué parecido a otros podría resultar.

Yo lucía tranquilo. La nueva escuela no me daba un miedo particular y no me estresaba separarme de Mima durante el día, sin embargo caminaba aferrado a su mano protectora, caminando a su derecha, con la gran mochila en mi espalda, vestido con pantalón azul y camisa blanca, y el pelo engominado, esperando que resistiera todo el día.

Su enagua bamboleante al caminar, pegada en mi rodilla como haciéndome sentir que estaba en su compañía. En ese momento sentí un susto. ¿Cómo pasaré todo el día sin su protección particular?, ¿cómo sobreviviré al nuevo mundo que hoy me espera?, ¿cómo será, después de tres meses de vacaciones, pasar alejado de ella?

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando nos detuvimos frente a una puerta abierta que -gritaba-: “5C”.

Apreté su mano muy fuerte, podía sentir sus dedos sosteniéndome a punto de separarse. No creo haber puesto tanta fuerza en mi vida, aunque creo que ella no la sintió, porque me soltó, se agachó para despedirse, y me indicó que entrara a buscar un pupitre. Lo hice y el mundo quedó en silencio.

Algunos chicos hacían bulla y mamá hablaba con la maestra, pero yo no podía escuchar nada, el mundo quedó en “mute”, y el sonido volvió a aparecer una vez que mamá levantó su mano, me dijo adiós, y bamboleando su enagua de flores color pastel, se alejó por los pasillos, según yo para no volver jamás.

Continuará...

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