El niño sirio nos recuerda que las manos ticas están manchadas de sangre
El niño
sirio nos recuerda que las manos ticas están manchadas de sangre
Vinicio Jarquín C. - 4 de setiembre de 2015
Vinicio Jarquín C. - 4 de setiembre de 2015
Es muy
triste la muerte del Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años que murió en la
playa.
Hoy las
naciones se culpan unas a otras, y muchos se sienten mejores personas que el
resto; se desgarran las vestiduras en busca de culpables y nos cuentan de qué manera
se debió haber puesto una solución a todo este asunto.
Pero la
verdad es que el planeta entero tiene las manos manchadas de sangre. Tal vez no
todos con este caso en particular, pero específicamente hablando de los
costarricenses, cerramos fronteras cuando la guerrilla mataba a hermanos
centroamericanos y pusimos restricciones al pueblo cubano para que no llegara a
nuestra tierra en busca de una mejor vida. Y más recientemente, nos incomodamos
cuando los colombianos llegaron a nuestra patria tratando de salvar la vida de
los suyos, en aquellos años en que era tan peligroso vivir allá.
Hoy es muy
fácil hablar de la guerra y sus secuelas en otro continente; pero que hable
solo aquel que tiene las manos limpias de la sangre del dolor ajeno. Y aquí no
se vale hacer lo de Poncio Pilatos, que se las lavó, porque la verdad es que ni
a él mismo le sirvió, y seguramente fue juzgado porque al no decidir, decidió.
Oremos para que
la guerra acabe en el mundo entero, y no hablemos de aquellos que hoy cometen
los crímenes de indiferencia que en su momento cometimos nosotros.
Un minuto de
silencio por el niño sirio, y otro por aquellos nicaragüenses que murieron en
las montañas del norte, por aquellos cubanos que fallecieron ahogados, por
aquellos colombianos que se perdieron en el Tapón de Darién, y por aquellos
costarricenses de pocos recursos, que mueren de frío o hambre en nuestras
calles, más allá de los portones de nuestra propiedad.
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