Honrar la vida

“Honrar la vida”
Vinicio Jarquín C.,
14 de setiembre de 2017



Ayer cumplí 53 años de edad, entre cientos de mensajes en Facebook, Whatsapp, correos y otra suerte de redes sociales; y envuelto en el amor de mi pareja, de la parte importante de mi familia y de muchos amigos que no quisieron dejar pasar el momento para desearme buenos deseos.

Pero algunos quisieron ir un poco más allá y tomarse su tiempo para decirme lo que pensaban de mi, el concepto que tenían, lo que esperaban, lo que admiraban y por qué me seguían en mis distintas cuenta sociales.

En el paso de más de medio siglo que tengo de celebrar el día 13 de setiembre, he hecho muchas fiestas, y algunas otras organizadas por mis hermanos y más acá en el tiempo con la ayuda de Luis Fer.

Tuve una fiesta en la que todos los invitados llegaron en pijamas y celebramos y bailamos en esas “fachas”. En otra oportunidad contrataron una vagoneta y llenaron de arena dos de los ocho garajes de mi casa, con invitados vestidos acorde al momento, aunque algunos sufrieron frío. También tuve la fiesta de negro y blanco, la de marineros, y otras muchas más.

Hace tres años disfruté la celebración de mis cincuenta, con una recepción al mejor estilo de una boda. Más de cien invitados vestidos de negro y rojo, comida contratada a chefs profesionales, presentación de música y bailes flamencos y acompañados de una exposición de casi veinte de mis cuadros en las paredes de esa galería en el centro de la capital costarricense.

Este año, maravilloso 2017, después de que sólo en el 2016 estuve en los cinco continentes habitados de la tierra y contando con casi década y media de estar disfrutando el amor de pareja, a un nivel que no puedo ni explicar, quise más que celebrar, honrar la vida.

¿Qué significa eso?, la verdad es que no lo sé. Tal vez ustedes puedan hacer aportes y me ayuden a definir el concepto. Sólo sé que va más allá de festejar o enfiestarse. Va más allá de sólo ser o agradecer. Es, simplemente “Honrar la vida”.

Tal vez sea un postrarse frente a quién sabe quién, grande y poderoso, cerrar los ojos, levantar las manos, escuchar el silencio, sentir lo “insentible”, vivir lo “invivible”, pensar lo impensable y decir: Heme aquí.

Con fe recibí mi primera comunión en la iglesia católica hace muchos años y durante mucho tiempo recé en ese lugar sagrado conocido como -la casa de Dios-. Años más tarde seguí en busca de lo que más me llenara, creyendo en aquel entonces que ahí no lo encontraría, y llegué a la iglesia evangélica. Me hice –cristiano- y desde entonces he disfrutado mi fe y mi relación cercana con Dios.

De felicidad lloré mucho en aquellos años en los que disfrutaba del Culto de Jóvenes y más adelante en las reuniones generales, en una iglesia que me llenaba en cada parte de mí ser. Y que luego pude aprender que Dios está en todo lado, en mucha gente y en muchas de nuestras acciones.

Conforme más sabía de la fe y de Dios, más ignorante me declaraba de conocer la verdad absoluta. Me he arrodillado en mezquitas en el mundo árabe. He sentido la presencia de Dios tocando la piedra sagrada en el desierto australiano y en lugares enigmáticos en el Gran Imperio Inca. Entre musulmanes seguidores del Islam, he sentido a Jesús y al Espíritu Santo, y entendí el valor y la fortaleza de la humanidad, en campos de concentración nazi en Polonia, así como una luz fuerte de fe y esperanza, entró a mi cuerpo mientras meditaba dentro de una pirámide en Egipto, y encontré mi propósito escuchando una charla de Luis Fer mientras navegábamos por el Río Nilo en un atardecer africano.

Todo esto, todo lo que sé y lo muchísimo que no sé, me han hecho disfrutar la vida, y hoy, por eso, la quiero honrar. No solo pidiendo milagros y que algunos ángeles vengan a resguardarme cuando pueda necesitarlo, sino también esperando la oportunidad de ser, yo también, un ángel en algún momento, en la vida de otros. Aunque solo sea con algunos de los humildes dones que he recibido.

¿A dónde me llevará la vida?, ¿qué más llegaré a vivir en materia de espiritualidad?, o ¿qué otros rincones del planeta me querrá mostrar, o bien religiones de otras partes del globo, que piensan tan distinto a mí?. No lo sé, pero ahí iré a parar, mientras sea la voluntad de Dios.

Y mientras tanto y aunque ustedes esperaban una respuesta clara para el título de este escrito, quiero decirles que: aunque hoy, o en este mes, estoy honrando la vida, seguiré mi caminar por la tierra buscando la respuesta a ¿qué es exactamente lo que eso significa?

Soy Vinicio Jarquín, en setiembre de 2017, con los brazos levantados al cielo y gritando: “Heme aquí, honrando la vida”



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