Sed de sangre



Dichosamente nuestro país, comparado con otras naciones, incluso vecinas, no ha tenido grandes conflictos o situaciones fuertes, en las que tengamos que probar de qué estamos hechos, para defendernos interna o externamente.

Tal vez es por esa falta de “episodios” que se puede notar la “sed de sangre de algunos”.
La prensa publica las posibles ilegalidades de un político, y gran parte de la población lo “acribilla” en las redes sociales, confiando sólo en una noticia de un medio al que ayer no le creía. Un pequeño grupo lo defiende, y se arma un verdadero zafarrancho.

Detienen a un presunto asesino, y muchos, sin pruebas, lo juzgan, lo condenan, y escriben lo que ellos le harían si tuvieran la oportunidad de ser verdugo por un día.

Y si desgraciadamente no se encuentran pruebas suficientes en su contra, y queda libre por ser este un Estado de Derecho, entonces las miradas de odio se vuelven hacia las cortes, las leyes, o el gobierno; y empezamos a buscar culpables en la cadena de “favores” del sistema judicial.

Los diputados son víctimas del pueblo, como muy frecuentemente lo es el Presidente, una vez que asume el poder; y lo son todos los expresidentes, por no haber hecho las cosas como “las haría yo”.
Vivimos tiempos de “falta de amor”. ¡Si tan solo fuéramos más tolerantes y amorosos!

Los homosexuales hacen un plantón llamado “Llenemos a Costa Rica de amor”, con banderas, un domingo, en una plaza y sin molestar a nadie, y eso despierta el odio de miles o millones, y se leen las cosas más terribles en las redes sociales, aunque eso no tenga nada que ver con aquellos que despiadadamente escriben.

Otro grupo se lanza a las calles a luchar por causas que no existen, contra leyes que no están, o contra proyectos de ley que nadie ha presentado. ¿Será para saciar su sed de lucha?

Miles, tal vez millones, juzgan a los demás con Biblia en mano y diciendo lo que Dios dice o quiere, y en el camino demuestran su poco amor, o su odio, por ese grupo en particular.

Miles caminan en romería en un acto de fe y amor, y por otro lado juzgan al de al lado, emiten juicios y deciden cuáles de sus derechos deberían ser para todos y cuáles no.

Tal vez ese caminar es una preparación para lo que vivirán, un “discurso” de un líder que habla en contra de los derechos universales, y sobre la lucha que sus seguidores deben dar, en contra de enemigos que no existen, dragones imaginarios.

Interesantemente, en este país de paz, somos guerreros intolerantes y despiadados.

Lástima que tantos líderes religiosos quieran ser seguidos mediante la separación del pueblo, en lugar de intentar unirlos a todos en amor y en un gran abrazo.

En resumen, la falta de conflictos históricos, puede ser lo que nos hace buscarlos, y la escasees de líderes religiosos que prediquen un amor sin agendas ocultas, puede ser lo que tiene al pueblo luchando contra sus propias quimeras.

Siendo un pueblo de “igualados”, en el buen sentido, nos ha dado una ventaja competitiva en el mundo, y ayuda a que no tengamos muy marcadas las diferencias sociales; pero por otro lado, nos convierte a todos en jueces, presidentes, jugadores de fútbol y profetas de Dios; jinetes apocalípticos, juzgando y castigando.

Hoy practicaré la tolerancia y el amor.

Vinicio Jarquin .com

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